Llano, Manuel: Retablo infantil

Autor: Llano, Manuel
Título: Retablo infantil

Estudio preliminar:

Manuel Llano (1898-1938) nace en Sopeña, un pueblo en el occidente de Cantabria (España). Pasa su niñez en un ambiente rural y pastoriego, hasta que le ponen “una blusa nueva” y le llevan, muy a su pesar, a vivir a Santander. Este acontecimiento marcará su vida y su creación literaria; Llano llega incluso a afirmar que “[L]a ciudad nos abre la herida y el campo nos la cierra” (Brañaflor, 1931, en Llano, Obras completas, t. I, 1998, p. 287). En Santander, el autor autodidacta poco a poco se abre paso en los círculos culturales, de modo especial a través de sus colaboraciones en varios periódicos y como ponente sobre temas folclóricos con materiales recogidos de la tradición oral de los pueblos, de manera preferente en la zona de Cabuérniga. De sus artículos de prensa saldrá gran parte de su obra literaria: en una primera etapa, que corresponde a los años 20, gira en torno a temas costumbristas y folclóricos; después, hasta su muerte prematura, se recrea el mundo rural, el pueblo y sus personajes. Una honda inquietud social y una narrativa sincera dan forma a una original prosa poética que pronto encontró sus admiradores.

El escritor es contemporáneo de los autores de la prolífica Edad de Plata sin pertenecer – oficialmente – a ninguna de sus diferentes generaciones literarias. Llano tuvo contacto con los principales representantes de dichos movimientos, algunos de los cuales señalaron el gran valor de su obra.  Gerardo Diego llega incluso a calificarle de «gran prosista y gran poeta en prosa» en el epílogo a la última obra de Llano, Dolor de tierra verde (en Llano, Obras completas, t. III, 1998, p. 244). Y, sin embargo, todo ello no propició su inclusión en canon literario alguno. No obstante, en mi opinión puede considerarse a Llano como el exponente de un nuevo regionalismo literario que rompe con el “magisterio” de José María de Pereda[1]:

Por primera vez, un autor cántabro no sólo escribe sobre el campo, sino que también se implica con él de manera vivencial. Capta el espíritu de los campesinos y profundiza en su pobre vida material sin burlarse de ellos. Es más, la aldea representa una preocupación constante para él, porque la considera como una de las parcelas más importantes de la sociedad. Su entrañable compenetración con ella ofrece una perspectiva que se distingue de las demás que hasta entonces habían existido en el regionalismo cántabro. Con Llano se descubre el mundo rural del occidente de Cantabria como materia perfectamente poetizable y novelable. (Heinsch, 1999, p. 250)

En Retablo infantil, el autor presenta recuerdos de infancia de su ambiente rural, de principios del siglo XX, cuya impronta llevará durante toda su vida. De manera impresionista, y con sus propias palabras, su contenido se resume en los siguientes motivos: la naturaleza, festín de sentidos que pacifica el ánimo y borra discordia; el pueblo con sus casas, habitantes, labores y cansancios, y los objetos típicos del lugar; personajes del pueblo, aquellos con los que el niño tenía contacto: don Fernando; don Juan Manuel; tía Esperanza; el señor maestro; el “Raposo”; Salín, el ciego; la madrina; Malvina, la loca; tío Ángel, el sabio…, todos ellos presentados desde la psicología del niño montañés que no comprende el drama social de su entorno. Sin embargo, el mensaje, redactado en primera persona y apoyado en un lenguaje sencillo y poético a la vez, llega perfectamente al lector adulto impactando en sus emociones.

Retablo infantil se publicó por primera vez en 1935, en vida del autor, con un prólogo de Miguel de Unamuno. Se nutre en parte de material literario procedente del bagaje cultural-costumbrista de la primera etapa del escritor que abarca la década de 1920 y termina con la publicación de Brañaflor (1931). En esta obra ya queda patente el cambio en la creación literaria de Llano: recrea el ambiente de su infancia con mayor distancia emocional, mayor reflexión y una marcada preocupación social, y con una prosa poética cada vez más depurada, a menudo impresionista evocando sensaciones visuales, auditivas y olfativas.

Destaca en Llano, aparte de su amor por la naturaleza y su sentido ético, la inclinación hacia todo lo humilde, su preferencia por los personajes más generosos a la vez que pobres, como se ve en el retrato de don Fernando y don Juan Manuel en el capítulo “Dos semblantes” de la obra que aquí se presenta:

La casa de don Fernando tenía la solana pintada de azul, las paredes blancas, los balcones limpios, la chimenea amarilla. Y sin embargo, a mí me parecía hosca y fea, porque siempre que la contemplaba veía en ella el semblante de su dueño, siempre con un gesto de disgusto, de enojo, de desprecio… Cerca estaba la casa de don Juan Manuel, renegrida, enclenque, con el corredor torcido y los cristales polvorientos y rotos. Eran unas paredes feas que a mí me parecían muy guapas, porque también veía en ellas el semblante de su dueño, siempre con un gesto cariñoso, caritativo, complaciente para con el niño, el pobre, el viejo… (Obras Completas, t. 1, 1998, p. 151).

Retablo infantil despertó un interés especial ya desde su primera edición y perdurará décadas después. La obra se reeditó de forma póstuma en varias ocasiones: en 1968 aparece integrada en el primer tomo de las Obras Completas del autor publicadas por la Fundación Marcelino Botín; el Ayuntamiento de Santander la reeditará en 1982 con un estudio preliminar de Celia Valbuena; diez años más tarde, se integra en la primera edición nacional a cargo de la editorial Anaya (Retablo infantil y otras estampas), con un apéndice también de Celia Valbuena; y en 1998 formará parte del primer tomo de las Obras Completas publicadas por Alianza Editorial.

El texto de Retablo infantil que se ofrece ahora desde la Biblioteca Antológica es una reproducción fiel del original de 1935. Para esta edición digital se han corregido incluso algunos errores que aparecían en algunas de las citadas ediciones póstumas, en la actualidad agotadas en la mayoría de los casos.

Bibliografía

Obras de MANUEL LLANO

– Obras Completas, t. I y II, Santander: Fundación Marcelino Botín-Sanz de Sautuo­la, 1968.

– Obras Completas, t. I, II y III, Madrid: Alianza Editorial, 1998.

Retablo infantil, Santander: Talleres Tipográficos, 1935.

– Retablo infantil, Santander: Ayuntamiento de Santander, 1982.

Retablo infantil y otras estampas, Madrid: Anaya, 1992.

Estudios críticos

– HEINSCH, Bárbara, La realidad regional a través de un código de valores: La obra literaria de Manuel Llano. Santander: Fundación Marcelino Botín y Gobierno de Cantabria. Consejería de Cultura y Deporte, 1999.

-LÁZARO SERRANO, Jesús, Historia y antología de escritores de Cantabria. Santander: Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Santander y Ediciones de la Librería Estvdio. Colección Pronillo, 1985.

– VALBUENA MORÁN, Celia, «Introducción» y «Vocabulario de regionalismos utilizados en la obra», en: LLANO, Manuel, Retablo infantil, Santander: Ayuntamiento de Santan­der, 1982, pp. 6-32.

– VALBUENA MORÁN, Celia, «Vocabulario», «Apéndice» y «Bibliografía», en: LLANO, Manuel, Retablo in­fantil, Madrid: Anaya, 1992, pp. 169-208.


[1] José María de Pereda (1833-1906), escritor cántabro también, defensor de la tradición carlista y padre de la literatura regional montañesa, que destacó por sus novelas de corte costumbrista-realista en las que describe escenas montañesas, tipos y paisajes, desde una ideología conservadora y a menudo con humor e ironía. Según Lázaro Serrano, “Pereda se aproximó a su entorno, especialmente al campesinado con los ojos y oídos atentos, pero reinterpretó la realidad que latía allí. O, mejor dicho, captó sólo aquello que se acoplaba a sus ideas, a sus creencias […] acomodó a sus ensueños las realidades del momento, lo que constituyó la esencia y la fuerza de su creación, aunque también su limitación” (1985, p. 108).

Fuente: Bárbara Heinsch

RETABLO-INFANTIL-FINAL

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Biblioteca Antológica

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